que mi cuerpo es mío, mi propia resistencia es a menudo considerada un síntoma por aquellos que me preferirían dócil y contenida, las lágrimas que se agolpan en mis ojos en la intensidad emocional, las palabras que me desgarran y el reconocimiento de la sincronicidad y la humanidad de todos. la vida de todos. recuerdo estar en la unidad de psiquiatría y me hablaban de libertad religiosa, de que éramos libres de practicar nuestra fe como nos pareciese. recuerdo preguntarme a mi misma qué pensarían si les dijese que soy una bruja. ellos , que no me permitirían interpretar el mismo suceso de dos formas diferentes. mi locura; el cristal de botella rajándome y el aliento recobrado a la vista del rojo, pero esto debe ser locura. tan sólo comprobaba que seguía estando viva. sólo reafirmaba que este cuerpo es mío, que ha sido mío todo este tiempo. sin ventanas ni espejos, no me proporcionaron superficies en que mirarme, ningún cristal para reflejarme o a través del cual ver, observar mi reflejo superpuesto en los árboles. un naranja plomizo de farolas mudas.